lunes, 17 de marzo de 2014

MANDA EL DÓLAR. EL EURO ES COMO UNA MULETA PARA EL DÓLAR Y LA ECONOMÍA AMERICANA. LO SUBEN CUANDO QUIEREN Y LO BAJAN CUANDO LES DA LA GANA.


MOVIMIENTO POLITICO LA RESISTENCIA .
MANDA EL DÓLAR. EL EURO ES COMO UNA MULETA PARA EL DÓLAR Y LA ECONOMÍA AMERICANA.
LO SUBEN CUANDO QUIEREN Y LO BAJAN CUANDO LES DA LA GANA. 
NADIE APOYA EL EURO salvo Draghi, que no quiere perder su trabajo, PERO QUE ACTÚA A LAS ÓRDENES DE LA RESERVA FEDERAL Y MENOS A LAS DEL Bundesbank y el Banco Central de Francia.
El euro morirá cuando lo decida EEUU: 
lo demás no cuenta.
Si porel MOVIMIENTO POLITICO  LA RESISTENCIA FUERA,  ESPAÑA SALDRÍA DEL EURO Y EL EURO SE HUNDIRÍA PARA SIEMPRE, con el Santander, BBVA y La Caixa. 

Estaba tan cantado que ocurriera que no se ponía en duda. En 2014, el cuerpo a cuerpo entre el euro y el dólar se iba a inclinar del lado de la divisa estadounidense sí o sí. Las comparaciones daban como claro ganador al billete verde. Con la economía estadounidense creciendo más que la europea y con la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense, en pleno proceso de retirada de los estímulos, algo que el Banco Central Europeo (BCE) ni siquiera se plantea, el terreno estaba sembrado para la apreciación de la moneda norteamericana.

Pero consumidos dos meses y medio del ejercicio, la realidad resulta bien distinta. Es el euro el que impone su ley en la pelea entre ambas divisas. Acumula seis semanas consecutivas de subidas contra el dólar, una secuencia que le ha llevado a saltar de los 1,35 a los 1,39 dólares. Ronda así la barrera de los 1,40 dólares, cota que no supera desde octubre de 2011. ¿A qué se debe esta fortaleza? ¿Cómo es posible que esos pronósticos, prácticamente unánimes, estén saltando por los aires? 

WASHINGTON VS FRÁNCFORT: CUESTIÓN DE BANCOS CENTRALES

Para encontrar las respuestas a estas preguntas y a las que se plantearán en los próximos meses hay que mirar hacia los respectivos bancos centrales. A saber, el BCE y la Fed. Porque el duelo entre ambas divisas depende fundamentalmente de lo que están diciendo y haciendo -y de lo que sigan diciendo y haciendo- Mario Draghi y la nueva presidenta de la Fed, Janet Yellen. 

En el mercado de divisas, como en cualquier otro, las expectativas y las realidades marcan el ritmo. Y una porción importante de la fortaleza del euro se deriva de que Draghi se está alejando del guión previsto. Tras reaccionar de manera inmediata en noviembre con una rebaja de los tipos de interés, hasta situarlos en en el mínimo histórico del 0,25%, e insistir en que el BCE estaba "preparado" para adoptar más medidas, el mercado interpretó que la entidad europea iba a poner más carne en el asador monetario para evitar que la Eurzona emule a Japón y caiga en las garras de la deflación -caída general y continuada de los precios-.

Como Draghi usó ese discurso en diciembre, enero y febrero, todo parecía enfocado para que actuara en marzo. Y ahí fue cuando las expectativas chocaron de frente con la realidad. El BCE no solo no anunció ninguna medida adicional en la reunión de política monetaria que celebró el 6 de marzo, es que Draghi vino a insinuar que con lo que ya ha ha hecho puede bastar. 

Semejante jarro de agua fría calentó a un euro que ya venía apuntando maneras. Tras el inesperado mensaje del banquero italiano, la moneda única ha saltado la barrera de los 1,38 y los 1,39 dólares, y la de los 1,40 dólares se le ha resistido porque impone lo suyo. En todo caso, los 1,3967 dólares a los que ha llegado a escalar en los últimos días supone su cambio más alto contra el billete verde desde que Draghi relevó a Jean-Claude Trichet en la presidencia del BCE en noviembre de 2011. Esa fortaleza también se ha sentido contra otras divisas, como el yuan chino, el real brasileño o el rublo ruso.

Tal vez intimidado por esta reacción, el jueves -es decir, una semana después de prender la mecha del euro- recurrió a una de esas intervenciones verbales tan del gusto de los banqueros centrales para intentar atajar el empuje de la divisa europea. Admitió que la fortaleza del euro está adquiriendo una "relevancia creciente" en la marcha de la inflación. Con este reconocimiento dejó entrever que el BCE, consciente de que una divisa fuerte constituye un factor deflacionista adicional, podría adoptar más medidas si la moneda única prolonga su apreciación y complica más la estabilidad de los precios.  

MRS. YELLEN, SU TURNO

Sin embargo, el efecto placebo de esa intervención apenas duró unas horas. Tras calmarse hasta los 1,386 dólares durante la tarde-noche del jueves, el euro recuperó su inercia el viernes y retornó a los 1,393 dólares. ¿Por qué? Primero, porque tras esperar hechos, esos dichos saben a poco. Y segundo, porque no sólo de la versión europea vive el duelo entre el euro y el dólar. Estados Unidos también tiene mucho que decir, y como la última remesa de estadísticas norteamericanas decepcionó, el dólar volvió a bajar.

Porque es en esta segunda palanca, en la estadounidense, en la que se detienen ahora todas las miradas. Por el momento, lo que se sabe es que el BCE no ha interpuesto obstáculos reales a la apreciación de su divisa, con lo que la pelota pasa al tejado estadounidense. Y el mercado no tendrá que esperar mucho para saber cómo la juega, puesto que la Fed celebrará su próxima reunión de política monetaria -la primera presidida por Yellen- los próximos 18 y 19 de marzo. 

De los pronósticos, las decisiones y las actuaciones de la entidad norteamericana dependerá que el euro reconquiste los 1,40 dólares. Por el momento, si se ha acercado a esta cota se debe al BCE, pero también a que el mercado ha pasado a descontar una recuperación no demasiado fuerte en EEUU, que obligará a la Fed reducir gradualmente su tercer programa de estímulos cuantitativos (QE3) y a retrasar la fecha de la primera subida de los tipos de interés, prevista para 2015. Y si no hay cambios en esta hoja de ruta, el mercado ya ha mostrado su inercia en los últimos meses: desde noviembre, el BCE ha bajdo los tipos y la Fed ha reducido sus estímulos en dos ocasiones... pero eso no ha impedido que el euro se haya apreciado casi un 3%. 

Por eso el mercado seguirá con tanta atención la cita de la próxima semana, en la que la Fed actualizará sus previsiones. Si revisa al alza sus pronósticos de crecimiento y muestra una prisa mayor de la esperada a la hora de retirar el QE3, el dólar subirá; si, por el contrario, no mejora esas previsiones -e incluso las recorta- e insinúa que podría tomarse un descanso en la reducción de los estímulos, el euro esprintará para romper los 1,40 dólares.

O lo que es lo mismo, todo depende ahora de Estados Unidos. "El euro está muy apoyado. Sin tipos de interés menores ni medidas a la vista, no podemos esperar que el debilitamiento de la moneda venga desde el BCE. Serían los mejores datos macroeconómicos en EEUU, y con ellos las expectativas sobre unos tipos mayores, los que moverían a la divisa en la dirección esperada (rango 1,25- 1,35), a lo largo de 2014", subrayan desde Inversis. 

EL MEDIO PLAZO PERTENECE AL DÓLAR

Porque los pronósticos mayoritarios siguen apuntando en esa dirección. Es decir, parten de la premisa de que lo que está ocurriendo ahora es circunstancial. De que antes o después, la economía estadounidense acelerará su recuperación y obligará a la Fed a ir más rápido, con lo que el dólar rebotará, y el BCE tendrá que tomar más medidas, y eso debilitará al euro. 

"Todavía esperamos que la moneda única se debilite porque la recuperación económica continúa vacilante y podría requerir una mayor intevención del BCE", avanzan los expertos de Royal Bank of Scotland, cuyas previsiones contemplan que el euro terminará 2014 en los 1,29 dólares. El consenso de mercado recabado por la agencia financiera Bloomberg no se aleja de ese cambio. También recoge que el dólar firmará una remontada que le impulsará hasta los 1,30 dólares por euro cuando acabe 2014. 

Pero en ese abanico aún cabe otra opción: que Yellen cumpla las impresiones que acompañaron su nombramiento y muestre su lado más paloma, es decir, más proclive a prorrogar los estímulos más tiempo del previsto, algo que prolongaría la debilidad del dólar. El mercado no descarta esta posibilidad. Por el momento, el euro y el oro -también conocido como antidólar por ser el antagonista del billete verde- han subido en las seis últimas semanas, que son las mismas que Yellen lleva al frente de la Fed. 

Este supuesto examinaría el nivel de tolerancia de Draghi y sus compañeros del BCE con respecto a un euro fuerte. Más que nada, porque esa fortaleza también evaluaría la capacidad de resistencia del sector exportador y de la recuperación económica, con lo que el BCE se sentiría invitado a disparar más munición monetaria por el empuje de su divisa precisamente para frenarla. 

Porque es lo que estaba -y sigue estando- programado. Que el euro caiga y el dólar suba. Aunque los hechos estén demostrando lo contrario. 


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